
Si bien los rasgos en su rostro no han cambiado demasiado, como sucede generalmente, le han borrado absolutamente todos los rastros de expresión (tan normales para una mujer de 35 años) de la cara y el cuello. Eso no es nada, si lo comparamos a la monstruosidad que hicieron con su muslo izquierdo, que les ha quedado considerablemente más delgado que el derecho. En realidad, en conjunto se la ve con varios kilos menos de los que ha mostrado en vivo en el último tiempo.
Irónicamente, en la entrevista de Glamour Magazine ella habla de que el sentirse segura de sí misma (física e interiormente) le ayudó a superar su adicción a las anfetaminas.
Quizá eso haga aún más inentendible la obsesión de estas publicaciones por hacernos pensar en las celebridades como personas perfectas e inalcanzables. Con esto no quiero decir que Fergie sea mucho menos de lo que vemos, sino todo lo contrario: creo que es mucho mejor de lo que nos muestran. Es una persona que vive la vida con defectos y virtudes, como todo el mundo, con la felicidad y la sabiduría que proviene de hacer lo que ama con pasión.
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