La razón fue el lado feo y la negatividad que las películas habían introducido en ella. Emma Watson tenía que comportarse como una niña de la escuela y tenía que obedecer a todo lo que le pedían que haga.
Emma Watson contó que a menudo se sentía muy mal e impotente, porque su vida no estaba bajo su control porque tenía que seguir un horario para poder grabar las películas.
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